La filosofía y teología de Santo Tomás de Aquino han dejado una huella imborrable en la historia del pensamiento cristiano. Uno de los conceptos más trascendentales en su obra es la noción de la ley, que él desarrolla con una profundidad filosófica y teológica sin precedentes. En este artículo exploraremos qué significa la ley para Santo Tomás, cómo la clasifica, cuál es su origen y cómo se relaciona con la naturaleza humana y la divina voluntad.
¿Qué es la ley según Santo Tomás de Aquino?
Para Santo Tomás de Aquino, la ley es una directriz racional que se dicta a un hombre para su obrar. Esta definición se encuentra en el *Summa Theologiae* (II-II, q. 90, a. 1), donde el Doctor Angélico establece que la ley no es simplemente un mandato, sino una guía racional que busca la ordenación del hombre hacia su bien y el bien común. La ley, en su concepción, debe estar basada en la razón y reflejar la voluntad divina.
Además de ser racional, la ley debe cumplir varias condiciones esenciales: debe ser promulgada por quien tiene autoridad, debe ser universal en su aplicación, debe ser dirigida al bien común, y debe ser posible de cumplirse. Estas características son fundamentales para que una norma pueda calificar como ley en el sentido pleno que le da Santo Tomás.
Un dato curioso es que Santo Tomás vivió en una época en la que Europa estaba en proceso de desarrollar sistemas legales más estructurados, lo que influyó en su análisis filosófico. La ley, para él, no solo es una herramienta de gobierno, sino también un reflejo de la ordenación divina del universo. De hecho, él distingue entre diferentes tipos de leyes, como la ley eterna, ley natural, ley divina y ley positiva, lo que nos lleva a explorar más a fondo su clasificación.
La ley como ordenación de la razón y la voluntad
La ley, desde la perspectiva de Santo Tomás, es una ordenación de la razón que actúa a través de la voluntad. Esto significa que la ley no solo prescribe lo que debe hacerse, sino que también orienta la voluntad del hombre hacia lo que es bueno y justo. Para que una ley sea verdaderamente ley, debe estar alineada con la ley natural, que es el reflejo de la ley divina en la naturaleza humana.
Santo Tomás establece que la ley natural es una participación de la ley eterna en la criatura racional. En otras palabras, Dios, como el ordenador de todo el universo, establece una ley eterna que guía a todas las criaturas. Los seres racionales, como el hombre, participan de esta ley a través de la ley natural, que es una capacidad innata de discernir el bien y el mal. Esta ley natural, a su vez, se expresa en mandatos universales como no matar, no robar, o amar al prójimo, que son comprensibles por la razón sin necesidad de revelación.
Además, la ley, en su forma positiva (ley positiva), puede ser divina o humana. La ley divina incluye la revelación bíblica y los mandamientos dados por Dios, mientras que la ley humana es creada por los gobernantes para ordenar la vida social. Ambas deben estar alineadas con la ley natural para ser válidas y justas. Si una ley positiva contradice la ley natural, pierde su validez moral, según la teoría de Aquino.
La relación entre la ley y la justicia
Una de las dimensiones menos exploradas en las categorías de Santo Tomás es la relación entre la ley y la justicia. Para él, la justicia es una virtud que se manifiesta en el cumplimiento de la ley. La ley, por tanto, no solo es una norma, sino también una expresión de justicia que busca el bien común. De hecho, Aquino distingue entre justicia conmutativa y justicia distributiva, donde la primera se refiere al equilibrio entre partes iguales, y la segunda, al reparto equitativo de bienes según el mérito.
En este contexto, la ley debe ser una herramienta que promueva la justicia, no solo como un medio de imponer orden, sino como una forma de garantizar equidad y dignidad en la sociedad. Una ley injusta, por definición, no puede ser una verdadera ley, ya que carece del fundamento moral necesario. Por tanto, la ley justa es aquella que promulga el bien común, es racional y accesible a todos.
Ejemplos de cómo Santo Tomás clasifica las leyes
Santo Tomás de Aquino propone una clasificación detallada de las leyes, que ayuda a entender su estructura y función. Estas son:
- Ley Eterna: Es la ordenación de Dios para gobernar todas las criaturas. Es inmutable y universal, y se manifiesta en el orden del universo.
- Ley Natural: Es una participación de la ley eterna en los seres racionales, y se manifiesta en los mandamientos universales que se pueden discernir por la razón.
- Ley Divina: Es la ley revelada por Dios, que incluye tanto la ley vieja (Antiguo Testamento) como la ley nueva (Nuevo Testamento), que se basa en el amor al prójimo.
- Ley Positiva: Se divide en ley positiva divina (como los mandamientos de la Torá o los Evangelios) y ley positiva humana, que incluye las normas establecidas por los gobernantes para ordenar la vida social.
Por ejemplo, el mandamiento no matar es un mandamiento de la ley natural, que también se halla en la ley divina (Deuteronomio 5:17) y se refleja en las leyes positivas de la mayoría de los países. Esto muestra cómo las diferentes categorías de ley se interrelacionan en la teoría de Aquino.
La ley como expresión de la razón y la voluntad divina
Para Santo Tomás, la ley no solo es una norma, sino también una expresión de la razón y la voluntad divina. Dios, al crear al hombre, le dotó de razón y voluntad, y mediante la ley establece una guía para que el hombre pueda cumplir su finalidad última: la felicidad eterna. Por tanto, la ley, en su esencia, debe ser una herramienta que conduzca al hombre hacia la perfección moral y espiritual.
El Doctor Angélico también establece que la ley eterna es la ordenación divina que gobierna el universo. Esta ley no es accesible a la razón humana en su totalidad, pero el hombre puede participar de ella a través de la ley natural, que es una manifestación racional de esa ordenación divina. Por ejemplo, el hombre puede reconocer por su propia razón que es malo matar a otro, sin necesidad de que se le revele tal mandamiento.
En esta lógica, la ley no es un obstáculo para la libertad, sino un medio para ordenarla y canalizarla hacia lo bueno. La ley, por tanto, es un acto de amor por parte de Dios, que busca el bien del hombre y la armonía del universo.
Recopilación de tipos de leyes según Santo Tomás
A continuación, presentamos una recopilación de los tipos de leyes que Santo Tomás de Aquino identifica en su obra:
- Ley Eterna: Es la ordenación de Dios para gobernar todas las criaturas. Es inmutable y universal.
- Ley Natural: Es la participación de la ley eterna en los seres racionales. Se basa en principios universales como no matar o amar al prójimo.
- Ley Divina: Incluye la ley vieja (Antiguo Testamento) y la ley nueva (Nuevo Testamento). Es revelada por Dios.
- Ley Positiva: Se divide en ley positiva divina (mandamientos revelados) y ley positiva humana (normas creadas por gobernantes).
Cada una de estas leyes tiene un papel específico en la vida del hombre. Por ejemplo, la ley positiva humana debe estar alineada con la ley natural para ser válida. Si una ley positiva contradice la ley natural, pierde su validez moral. Este enfoque ayuda a entender por qué los derechos humanos universales tienen un fundamento moral independiente de las leyes positivas.
La ley como guía para el comportamiento moral
La ley, desde el punto de vista de Santo Tomás, es una herramienta esencial para guiar al hombre en su comportamiento moral. A través de la ley, el hombre puede discernir lo que es bueno y lo que es malo, y así actuar de manera justa y ordenada. La ley natural, en particular, le permite al hombre actuar de acuerdo con su naturaleza racional y social, sin necesidad de revelación.
Además, la ley tiene una función social fundamental: ordenar la vida en común. En una sociedad, es imposible que cada individuo actúe por su cuenta sin normas que regulen sus relaciones con los demás. La ley positiva, por tanto, es necesaria para mantener el orden y la justicia en la comunidad. Sin embargo, para que esta ley sea verdaderamente justa, debe estar alineada con la ley natural y la ley divina.
Por otro lado, Santo Tomás también advierte sobre el peligro de las leyes injustas o arbitrarias. Una ley que no promueve el bien común, que sea irracional o que sea imposible de cumplir, no puede calificarse como una verdadera ley. En tales casos, el hombre está moralmente autorizado a no obedecerla, ya que obedecer una ley injusta sería una forma de pecado.
¿Para qué sirve la ley según Santo Tomás de Aquino?
La ley, según Santo Tomás, sirve para ordenar el comportamiento humano de manera racional y justa. Su propósito principal es promover el bien común, guiar al hombre hacia la virtud y mantener el orden en la sociedad. Además, la ley tiene un fin moral y espiritual: ayudar al hombre a alcanzar su fin último, que es la felicidad eterna en Dios.
Un ejemplo práctico de este principio es el mandamiento no robar. Este mandamiento, presente en la ley natural, también se halla en la ley divina (Exodo 20:15) y en la mayoría de las leyes positivas de los países. Su propósito es mantener la justicia y la armonía en la sociedad, ya que el robo no solo afecta al individuo, sino también al bien común.
La ley también sirve como una herramienta educativa. A través de la repetición y el cumplimiento de las normas, el hombre desarrolla hábitos virtuosos que lo acercan a la perfección moral. En este sentido, la ley no solo es una norma exterior, sino también un medio para la formación interior del hombre.
Ley y ordenamiento social
En el pensamiento de Santo Tomás, la ley es un pilar fundamental del ordenamiento social. Sin una estructura legal clara, la sociedad caería en el caos, y el bien común sería imposible de alcanzar. La ley positiva, en particular, tiene la función de regular las relaciones entre los individuos y garantizar que cada uno cumpla con sus deberes hacia los demás y hacia la comunidad.
Este ordenamiento social se basa en la justicia distributiva y comutativa, que son dos formas en que la ley promueve el equilibrio. La justicia distributiva se refiere al reparto equitativo de recursos según el mérito y la necesidad, mientras que la justicia conmutativa se refiere al intercambio justo entre partes iguales. Ambas son esenciales para que una sociedad sea justa y funcional.
Además, la ley debe ser promulgada por quien tiene autoridad legítima y debe ser aplicable a todos los ciudadanos. Una ley que favorezca a unos y perjudique a otros, o que sea imposible de cumplir, no puede considerarse justa ni válida. En este sentido, Santo Tomás defiende que la ley debe ser racional, universal y accesible a todos.
La importancia de la ley en la vida moral
La ley, desde la perspectiva de Santo Tomás, es una guía indispensable para vivir una vida moral. A través de la ley, el hombre puede discernir lo que es bueno y lo que es malo, y así actuar de manera justa y virtuosa. La ley natural, en particular, le permite al hombre actuar de acuerdo con su naturaleza racional y social, sin necesidad de revelación.
Además, la ley tiene una función social fundamental: ordenar la vida en común. En una sociedad, es imposible que cada individuo actúe por su cuenta sin normas que regulen sus relaciones con los demás. La ley positiva, por tanto, es necesaria para mantener el orden y la justicia en la comunidad. Sin embargo, para que esta ley sea verdaderamente justa, debe estar alineada con la ley natural y la ley divina.
Por otro lado, Santo Tomás también advierte sobre el peligro de las leyes injustas o arbitrarias. Una ley que no promueve el bien común, que sea irracional o que sea imposible de cumplir, no puede calificarse como una verdadera ley. En tales casos, el hombre está moralmente autorizado a no obedecerla, ya que obedecer una ley injusta sería una forma de pecado.
Qué significa la ley en el pensamiento de Santo Tomás
En el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, la ley no es solo un conjunto de normas, sino una ordenación racional que refleja la voluntad de Dios y busca el bien del hombre. Para él, la ley es una expresión de la razón y la justicia, y debe cumplir ciertos requisitos para ser válida: debe ser promulgada por quien tiene autoridad, debe ser universal en su aplicación, debe ser dirigida al bien común y debe ser posible de cumplirse.
Además, la ley tiene una función moral y espiritual: guiar al hombre hacia la perfección moral y la felicidad eterna. La ley natural, en particular, es una participación de la ley eterna en la criatura racional. Esto significa que el hombre, por su propia razón, puede discernir lo que es bueno y lo que es malo, sin necesidad de revelación. Por ejemplo, el mandamiento no matar es un principio universal que se puede comprender por la razón y que también se halla en la revelación bíblica.
Por otro lado, la ley positiva, ya sea divina o humana, debe estar alineada con la ley natural para ser válida. Si una ley positiva contradice la ley natural, pierde su validez moral. En este sentido, Santo Tomás defiende que la ley no solo debe ser justa, sino también racional y accesible a todos.
¿De dónde proviene el concepto de la ley según Santo Tomás?
El concepto de la ley en Santo Tomás de Aquino tiene sus raíces en la tradición filosófica griega, en particular en Aristóteles, y en la teología cristiana, especialmente en San Agustín. Para Aquino, la ley es una ordenación racional que busca el bien del hombre y del universo. Esta idea se enmarca dentro de su concepción de la ley eterna, que es la ordenación divina que gobierna el cosmos.
Santo Tomás se inspiró en Aristóteles, quien ya había hablado de la ley como una norma racional que ordena la vida social. Sin embargo, Aquino le da un giro teológico, integrando la idea de que la ley refleja la voluntad de Dios. En esta línea, él establece que el hombre, como ser racional, participa de la ley eterna a través de la ley natural, que es el reflejo de la ordenación divina en la criatura.
Además, Santo Tomás desarrolla la idea de la ley divina, que incluye la revelación bíblica y los mandamientos dados por Dios. Esta ley, a diferencia de la ley natural, no se basa solo en la razón, sino en la revelación y la fe. En este sentido, la ley divina complementa y profundiza la ley natural, ofreciendo una guía más completa para la vida moral y espiritual.
Ley y moralidad según Santo Tomás de Aquino
Para Santo Tomás, la ley y la moralidad están estrechamente relacionadas. La ley, en su forma más pura, es una expresión de la moral, ya que busca ordenar el comportamiento humano hacia el bien. La ley natural, en particular, es una participación de la ley divina en la naturaleza humana, y por tanto, tiene un fundamento moral innato.
El Doctor Angélico sostiene que una ley que no promueve la virtud ni el bien común no puede considerarse una verdadera ley. Por ejemplo, una ley que permita o promueva actos injustos o inmorales no solo es injusta, sino también perjudicial para la sociedad. En este sentido, la ley no solo debe ser justa, sino también moralmente válida.
Además, Santo Tomás defiende que la ley debe ser promulgada por quien tiene autoridad legítima y debe ser aplicable a todos los ciudadanos. Una ley que favorezca a unos y perjudique a otros, o que sea imposible de cumplir, no puede considerarse justa ni válida. En este caso, el hombre está moralmente autorizado a no obedecerla, ya que obedecer una ley injusta sería una forma de pecado.
¿Qué papel juega la ley en la vida humana?
La ley juega un papel fundamental en la vida humana, ya que ordena el comportamiento, promueve la justicia y mantiene el bien común. Para Santo Tomás de Aquino, la ley es una herramienta esencial para que el hombre viva de manera racional y moral. Sin una guía legal clara, el hombre no podría alcanzar su fin último: la felicidad en Dios.
Además, la ley tiene una función social: mantener el orden y la armonía en la comunidad. La ley positiva, por ejemplo, es necesaria para regular las relaciones entre los individuos y garantizar que cada uno cumpla con sus deberes. Sin embargo, para que esta ley sea verdaderamente justa, debe estar alineada con la ley natural y la ley divina.
Un ejemplo práctico es el mandamiento no robar, que se halla en la ley natural, en la ley divina y en la mayoría de las leyes positivas. Este mandamiento promueve la justicia y la armonía en la sociedad, ya que el robo no solo afecta al individuo, sino también al bien común. En este sentido, la ley no solo es una norma exterior, sino también un medio para la formación moral del hombre.
Cómo usar la ley según Santo Tomás y ejemplos prácticos
Santo Tomás de Aquino propone una visión profunda de cómo aplicar la ley en la vida cotidiana. La ley no solo debe ser conocida, sino también entendida en su finalidad moral y social. Para aplicarla correctamente, el hombre debe discernir si la ley está alineada con la ley natural y con el bien común. Si una ley es injusta o perjudicial, el hombre no está obligado a cumplirla.
Por ejemplo, en un contexto moderno, una ley que permita la discriminación o la violencia no puede considerarse una verdadera ley, ya que contradice los principios universales de justicia y amor. En este caso, el ciudadano está moralmente autorizado a no obedecer tal ley, o incluso a luchar por su reforma.
Además, Santo Tomás anima a los gobernantes a promulgar leyes que reflejen la razón y la justicia. Una ley bien promulgada no solo ordena la sociedad, sino que también forma al ciudadano en valores como la justicia, la honestidad y el respeto al prójimo. Por tanto, el uso correcto de la ley implica no solo cumplirla, sino también reflexionar sobre su validez moral y su impacto en la sociedad.
La ley como fundamento de la política y la justicia
Uno de los aspectos menos discutidos en la filosofía de Santo Tomás es el papel de la ley como fundamento de la política y la justicia. Para él, el Estado no puede existir sin una estructura legal clara y justa. La ley es el pilar sobre el cual se construye la sociedad, y sin ella, no podría haber justicia ni orden.
Santo Tomás también aborda el tema de la obediencia a la ley. Según él, el ciudadano tiene el deber de obedecer las leyes que promueven el bien común y están alineadas con la ley natural. Sin embargo, si una ley es injusta o perjudicial, el hombre no solo puede sino que debe rechazarla. Este principio es fundamental para comprender la legitimidad de las revoluciones justas y la responsabilidad moral de los ciudadanos.
Además, el Doctor Angélico sostiene que los gobernantes tienen una responsabilidad moral de promulgar leyes justas. Una ley injusta no solo es ineficaz, sino que también corrompe a la sociedad. Por tanto, la justicia y la política están intrínsecamente ligadas en su pensamiento.
La importancia de la ley en la vida cristiana
En el contexto de la vida cristiana, la ley adquiere una dimensión espiritual. Para Santo Tomás, la ley divina, especialmente la ley nueva, se basa en el amor al prójimo y en la fe en Cristo. Esta ley no solo ordena la vida social, sino que también guía al hombre en su camino hacia la perfección moral y espiritual.
La ley, en su forma más elevada, es una llamada a la gracia, que transforma al hombre y le permite actuar de manera conforme a la voluntad de Dios. La ley natural, por ejemplo, es una participación de la ley divina en la naturaleza humana, y por tanto, tiene un fundamento moral y espiritual.
Además, Santo Tomás enseña que la ley no solo debe ser cumplida, sino también vivida. Esto significa que el hombre no debe seguir la ley por miedo al castigo, sino por amor a la justicia y a Dios. En este sentido, la ley es un medio para la santificación, y no un fin en sí misma.
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